El Tratado de Versalles y el Ejército Argentino.
El Tratado de Versalles fue un tratado de paz firmado en Francia, por más de 50 países para darle fin a la Primer Guerra Mundial; el 28 de junio de 1919, donde Alemania debía aceptar toda responsabilidad moral y material causada en la guerra, otorgándole un pago de indemnizaciones económicas e importantes concesiones territoriales a las potencias vencedoras. En este tratado había varias cláusulas territoriales, militares, políticas, económicas y laborales, y por ende, tuvo muchas ‘‘repercusiones’’ a lo largo del mundo. En Argentina desempeñaba su presidencia Hipólito Yrigoyen, y Elpidio González y Julio Moreno se ejercían como ministros de guerra en esos años.
Un par de años anteriores a la firma del Tratado de Versalles, en Argentina, se había establecido el voto secreto y obligatorio por parte de la Ley Sáenz Peña en 1912, y es Hipólito Yrigoyen el primer presidente argentino en ser elegido democráticamente en 1916. Consideramos la posición neutral de Yrigoyen durante la Primera Guerra Mundial y su política no intervencionista. En esa década el Ejército Argentino ya había alcanzado un alto grado de profesionalismo, contando con un gran presupuesto para su mantenimiento y modernización.
Teniendo como punto de inflexión el Tratado de Versalles, la problemática que surge es sobre qué cambios y continuidades se dieron dentro del Ejército Argentino entre los años 1916 a 1930 durante los gobiernos de Hipólito Yrigoyen (1916-1922 / 1928-1930) y Marcelo T. de Alvear (1922-1928). Para profundizar el tema, haremos hincapié en puntos específico, en preguntas como: Durante el gobierno de Yrigoyen: ¿Se planteó alguna política por el Tratado? ¿Hubo acuerdos previos a la Gran Guerra de índole militar con Alemania? ¿Quiénes fueron los ministros de Guerra en los gobiernos de Yrigoyen y Alvear? ¿Cómo eran los gastos económicos en esos años? ¿Los representantes militares intervinieron en la firma de Tratado de Versalles? ¿Qué fue la liga de Naciones?
En este trabajo se responderán las preguntas planteadas dando un aporte crítico, con un gran apoyo en la obra de Robert Potash. Haciendo hincapié en el estudio de Potash, en base al contexto, tanto nacional como internacional, aportado por Félix Luna con su estudio sobre la Unión Cívica Radical, y otras fuentes, se va a analizar las políticas militares en Argentina, describir las “repercusiones” en el país y comparar los cambios entre los años 1916 y 1930, teniendo en cuenta los gobiernos radicales de turno.
En este escrito, comenzaremos viendo los presidentes del país junto a sus ministros de guerra, contemplando la política económica junto con un breve contexto nacional e internacional. Posterior a eso, se expondrá el acuerdo con el ejército alemán en el campo de la educación. Finalizando, analizaremos la postura del gobierno ante la firma del Tratado de Versalles y la Liga de Naciones.
MINISTROS DE GUERRA Y LA POLÍTICA ECONÓMICA
En
la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, entre los años 1916-1922, los
Ministros de Guerra fueron Elpidio González y Julio Moreno. En este periodo, se analiza un profesionalismo cada vez más acentuado
gracias a la ampliación del presupuesto, y a partir de 1920 un mayor
crecimiento del Ejército Argentino con un aumento en el número de conscriptos,
e incluso por esta situación, llegaron a persuadir al Ministerio de Guerra para
la creación de nuevos cargos. “En concordancia, el número de conscriptos paso
de 17.743 en 1920 a 22.373 cinco años después, y a 25.079 en 1930; es decir hubo un aumento del cuarenta por
ciento en el curso de la década” (Potash, 1971, p.21).
Debido a este aumento de los conscriptos que podemos observar, el presupuesto de los gastos en el sector militar era de 28.667.000 de pesos en 1916 que pasa a ser, en 1922 de 54.823.000 de pesos.
Yrigoyen, utilizo al ejército para reprimir las vueltas huelgas obreras durante su mandato, iniciadas por las consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial, donde las mayorías de sus adherentes eran inmigrantes. “El gobierno de Yrigoyen fue obligado a tomar medidas enérgicas para garantizar la tranquilidad de la población. Nos referimos a la semana trágica de 1919 y a la represión de los movimientos obreros de la Patagonia de 1921” (Luna, 1954, p.215). Estos acontecimientos concluyeron con múltiples asesinatos.
Años posteriores, en la presidencia de Marcelo T. de Alvear junto con el nuevo Ministro de Guerra Agustín P. Justo, se destaca una política de modernización armamentística. En el año 1925, el gasto estimado en equipos era de 353 millares de pesos, y con un gran aumento de presupuesto destinado al ejército, en 1930 el gasto pasa a ser de 27.927 millares de pesos.
Dos avances importantes fueron, en 1924, la fundación de la Escuela de Mecánica de la Armada, y en 1927 se construyó la fábrica de aviones de Córdoba. Se establece que Justo fue quien fomento la reorganización de las estructuras de las fuerzas armadas, el incremento del presupuesto y las mejoras de las instalaciones.
Antes del ascenso de Yrigoyen a su segunda presidencia, se fragmenta la Unión Cívica Radical en personalistas (identificados con Yrigoyen) y antipersonalistas al mando de Leopoldo Melo y Vicente Gallo, apoyados por Agustín P. Justo (según Luna, Alvear no había alentado la creación del antipersonalismo, pero su alejamiento de Yrigoyen sirvió para que los sectores más conservadores dentro del partido se dividieran)
Entre los
años 1928 a 1930, ejerce su segunda presidencia Hipólito Yrigoyen con su
Ministro de Guerra, Luis Dellepiane. Durante este periodo ocurrió una crisis económica mundial,
conocida como el crack de 1929, la cual, el gobierno de turno no supo
responder. El estado tuvo que solventar mayores gastos, a una creciente
inflación y hacer frente a una caída en las exportaciones. Realizaron medidas
proteccionistas y aislaron la economía. En 1929, Hipólito Yrigoyen tomo la
decisión de cerrar la Caja de conversión, es decir que suspendió la
convertibilidad del peso argentino para evitar la fuga del oro.
En esta segunda presidencia, se veía un ejército en un periodo muy inestable. El presidente Yrigoyen tenía una visión muy diferente sobre el ejército argentino en comparación con su primer mandato, veía al ejército como una institución, como un club de familia o de individuos; sin el debido respeto de verla como una institución jerárquica con los valores principales: la moral y la disciplina. Comparado con su primer periodo, el plano económico se vio distribuido en el campo salarial y en la reincorporación de militares retirados. ‘‘No sólo se aprobó un aumento general de sueldos, como indicamos en el capítulo anterior, sino que se adoptaron medidas para equiparar las pensiones del personal retirado con los sueldos recibidos por los oficiales y los hombres en servicio activo’’ (Potash, 1971, p.56).
Los gastos en dichas pensiones, que en 1927 eran de 18,8 millones de pesos, pasó a ser, en 1929, de 29,6 millones de pesos.
En estos dos años se destaca las actividades conspirativas entre civiles y militares contra el gobierno de Yrigoyen. Y la mayor fuente de represalia se vio en el Diario “La Crítica”, del cual su influencia a los lectores era a favor del golpe de Estado. De acuerdo con esto, se observa que el uno de los referentes era el ex Ministro de Guerra, Agustín P. Justo, que junto a sus seguidores realizaron una serie de conspiraciones, esperando el desgaste del gobierno, siempre apoyados por una buena parte del Ejército.
El 3 de Septiembre logran la renuncia del Ministro de Guerra, Luis Dellepiane, sumado a los problemas de salud que traía consigo. A los tres días, Agustín P. Justo, junto con José Félix Uriburu realizando el primer golpe de Estado, apoyados por un sector de radicales antipersonalistas, derrocando a Hipólito Yrigoyen y estableciendo una dictadura militar.
Durante su
segunda presidencia, se fundó la Escuela Superior de Guerra,
con apoyo del Ministro de Guerra Luis María Campos. Esta
institución surgió de un acuerdo firmado por el representante argentino en
Alemania, Francisco Seeber, con el general Arent y oficiales del ejército
alemán y un oficial del ejército suizo. ‘‘Este contrato
fue encomendado a Seeber por el ministro de guerra argentino’’ (AAVV, 2000,
cap.42).
Luego,
mediante un anexo, se incorporaron 13 países más, de carácter neutral, los
cuales son: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, El Salvador,
España, Países Bajos, Paraguay, Persia, Suecia, Suiza y Venezuela.
Una vez ratificado el
tratado de paz en Versalles, el presidente del Consejo Supremo de la Sociedad
de las Naciones, George Clemenceau, se dirigió por telegrama el 20 de enero de
1920 al presidente Yrigoyen, invitando a la Argentina a adherirse al Pacto de
la Sociedad de las Naciones. Yrigoyen aceptó la invitación, ratificando los
términos de adhesión efectuados en julio de 1919. Tras obtener el acuerdo del
Senado, el poder ejecutivo nombró, en octubre de 1920, a la delegación que
representaría a la Argentina en la Liga de las Naciones. La misma estaba
encabezada por el canciller Honorio Pueyrredón, e integrada por el entonces
embajador argentino en París, Marcelo Torcuato de Alvear; el embajador argentino
en Viena, Felipe Pérez; el consejero Roberto Levillier y el asesor técnico
Daniel Antokoletz.
El 7 de diciembre de
1920, la delegación argentina se retiró de la Sociedad de las Naciones que
sesionaba en Ginebra, debido a la negativa de las naciones vencedoras de la
guerra a aceptar la posición argentina de que todos los estados soberanos
formaran parte de la Sociedad sin excepciones de carácter discriminatorio. La
delegación argentina argumentaba su postura universalista en el principio de
que "la victoria no da derechos"
Una postura
militar que se mantuvo frente a las políticas internacionales en la Liga de
Naciones hasta su rápida salida, nos da una característica que, siendo el
presidente de turno sin importar mucho sus ideales, ejerció la política de la
neutralidad. Esta política tuvo que ver en los planos económicos en favor a la
Argentina, para la compra de materiales a las grandes potencias del momento, y
las inversiones que había entre el viejo continente y nuestro país.
A nivel nacional, se observa como la modernización del Ejército era vital para la consolidación de una Nación, sobre todo en un contexto beligerante y de posguerra. Llegaron a usar al Ejercito como represor de las huelgas, ya que el gobierno se veía ineficiente se pacificarlas.
A partir de esto, podemos argumentar, que el Ejército Nacional fue ganando poder paulatinamente apoyado por el gobierno, y como años posteriores los opositores del gobierno de Yrigoyen usaron a su favor el poder que el sector militar poseía para poder derrocarlo, apoyados por Agustín P. Justo que había aprovechado la ineficacia del gobierno, sobre todo frente a la crisis económica, y la ruptura de la Unión Cívica Radical.
Todos estos elementos impulsaron que el Golpe de Estado de 1930 fuera el primero en el país en tener éxito, gracias al apoyo popular y el poder que fortalecieron a consecuencia de las políticas de modernización.
AGRADECIMIENTOS
Personalmente, quiero agradecerle a mi amiga y compañera Natalia Pastrana por ayudarme y dejar compartir este trabajo que fue de autoria de ambos. Gracias Nati.
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POTASH, Robert (1971), El ejército y la política en la
Argentina, 1928-1945. De Yrigoyen a Perón, Buenos Aires: Sudamericana.
·
LUNA, Félix (1954), Yrigoyen, Buenos Aires: Sudamericana.
hyFUENTES
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AAVV (2000), ‘’La posición de la
neutralidad de la Argentina’’, ‘‘La posición de la Argentina en la Sociedad de
las Naciones’’, ‘‘La influencia militar
alemana en Argentina. La creación de la Escuela Superior de Guerra’’, ‘‘La
neutralidad argentina’’, en: Historia
general de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, cap: 40-42,
Tomo 8, Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
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DALLA FONTANA, Luis Esteban (2015), "Los
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