INTRODUCCIÓN
Podemos dividir a la historia en varios campos de estudio: social, militar, política, económica, entre otras ramas. Los historiadores se sientes más fascinados por las obras y sucesos europeos, casi desconociendo al continente americano, principalmente a América Latina. Es un eslabón clave en todos los sucesos que ocurrieron hasta la fecha, principalmente la economía está regida por gran parte de la producción de América Latina. En este artículo propongo que analicemos juntos una gran obra de un escritor sudamericano, y desarrollarlo en base a grandes trabajos de economía política, implementando, o quizá intentar, una perspectiva histórica de esto. Este es un nuevo campo dentro del blog que veníamos compartiendo.
EDUARDO GALEANO
Si bien su nombre completo era Eduardo Germán María Hughes Galeano, es más conocido como Eduardo Galeano. Fue un escritor y periodista uruguayo con una gran influencia dentro de la izquierda, principalmente latinoamericana. En su obra más reconocida, '''Las venas abiertas de América Latina'', plantea una idea plasmando que la pobreza, el sufrimiento y el subdesarrollo de América Latina son debido al saqueo histórico desde la llegada de España y demás potencias al continente, aumentado con la política de Reino Unido y de los Estados Unidos. Sus obras son ricas de contenido para leer y analizar, estas trascienden de los géneros literarios, combina la ficción, el periodismo, análisis políticos e históricos, y apuntan al género documental.
ANÁLISIS
Las palabras de la obra, citada a continuación, van a ser el eje del artículo. Dichas palabras son las siguientes:
La división internacional del trabajo consiste
en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca
del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder
desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a
través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y
América Latina perfeccionó sus funciones. Éste ya no es el reino de las
maravillas donde la realidad derrota a la fábula y la imaginación era humillada
por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de
plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al
servicio de las necesidades ajenas, como fuente de reservas del petróleo y el
hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los
alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de
lo que América Latina gana produciéndolos.
[...] Por el camino hasta perdimos
el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya
habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes que los
peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora
América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos,
a lo sumo, una sub-América, una América de segunda clase, de nebulosa
identificación.
Es América Latina, la región de las
venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado
siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha
acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus
frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de
trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de
producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente
determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del
capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio
del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la
cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y
que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los
países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la
explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes
internas de víveres y mano de obra. (Hace cuatro siglos, ya habían nacido
dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la
actualidad).
Para
quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de
América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros
ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros
perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha
dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota
estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado
siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y
sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se
transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno.
(Galeano [1971] 2004: 15-17; cursivas en el original).
En cuanto al análisis de la obra, podemos retomar estudios realizados por Adam Smith y Karl Marx sobre la división internacional del trabajo, viendo algunos puntos de la misma. A nivel general, esta división produjo la especialización de cada uno de los trabajadores en un oficio, provocando quizá la inutilidad en tareas distintas a la especializada. Esta división del trabajo, a nivel países, provocó directa o indirectamente el enriquecimiento y empobrecimiento de algunos. Nuestra región, América Latina, sabiendo que es productora de materia prima y conociendo a su vez que las ganancias como un mecanismo exportador no le generaba tantas ganancias monetarias en comparación con los niveles generados en los países industrializados. ''En ese esquema a la América Latina venía a corresponderle, como parte de la periferia del sistema económico mundial, el papel específico de producir alimentos y materias primas para los grandes centros industriales'' (Prebisch, 1949, p.5). Aquí, no hay lugar para lo que se veía en otros países: la industrialización. ''Mediante el intercambio internacional, los países de producción primaria obtienen su parte en aquel fruto. No necesitan, pues, industrializarse'' (Prebisch, 1949, p.5). Aquí es donde surgen parte de la pobreza, o más bien, las diferencias sociales entre países.
Para entender estas diferencias sociales entre países, hay que trabajar los dos grupos: los países centrales y los países periféricos. Donde los primeros, son los países desarrollados (con industrialización, mayor progreso tecnológico, especialización del trabajo); y los segundos, son caracterizados como países subdesarrollados (apuntados a la producción primaria, bajo progreso tecnológico). Dentro de esa relación de los países centrales y periféricos, podemos ver la teoría de la dependencia a grandes rasgos. Hay una clase de relación de subordinación entre los procesos económicos y políticos operados en los países periféricos y los procesos dentro de los países centrales. En términos generales, la dependencia a nivel empírico puede ser entendida como una relación de dominación de los países desarrollados sobre otros países subdesarrollados. ''Unos tendían a promover el desarrollo hacia afuera y buscaban modos de integración de nuestras naciones al capitalismo para absorber el 'progreso' que se creía inminente. Otros favorecían un desarrollo hacía adentro, preservando formas de trabajo doméstico, el latifundio y las modalidades de producción del periodo pre-independista'' (Beigel, 2006, p.291). Theotonio Dos Santos define a la dependencia como una situación en la cual determinados países con su economía tenían como condicionante clave el desarrollo de las economías en otros países. ''Las sociedades dependientes, así, solo se expandían como reflejo de la expansión de las economías de los países dominantes'' (Dos Santos, 1972, en Beigel, 2006, p. 297).
Para Ruy Mauro Marini, principal propulsor de esta teoría, lo que se da en América Latina es una especie de capitalismo sui generis o pre-capitalismo. En el siglo XVI, Latinoamérica se desarrolla en consonancia con la dinámica del capital internacional. Recordemos que en este contexto, Latinoamérica era colonia porque producía materia prima. Gracias a estas materias, se expandieron las mercancías y el flujo de las mismas, permitiendo así el desarrollo económico en Europa (Inglaterra como centro principal durante la Revolución Industrial).
Aquí, junto con la división de trabajo mencionada anteriormente, se puede dar cuenta la configuración de la dependencia de América Latina. No hay que dejar de lado que el nacimiento del capitalismo, la división internacional del trabajo y los que estos implican, junto con la dependencia, están completamente relacionado con la industrialización. ''La creación de la gran industria moderna se habría visto fuertemente obstaculizada si no hubiera contado con los países dependientes, y se debería haber construido sobre una base estrictamente nacional'' (MArini, 2008, p. 113). En Europa hay un aumento de masas trabajadoras, y ahí es cuando, gracias a Latinoamérica y estas políticas económicas, se dio la importancia de la oferta de las materias primas para que los obreros y las clases sociales en general puedan seguir reproduciéndose. A su vez, con esta ocupación se da la importancia de la inserción de América Latina en el mercado mundial. ''Más allá de facilitar el crecimiento cuantitativo de estos, la participación de América Latina en el mercado mundial contribuirá a que el eje de la acumulación en la economía industrial se desplace de la producción de plusvalía absoluta a la plusvalía relativa, es decir, que la acumulación pase a depender más del aumento de la capacidad productiva del trabajo que simplemente de la explotación del trabajador'' (Marini, 2008, p. 114). Producto de esta inserción al mercado mundial, las consecuencias para la clase obrera de nuestra región, son los sometimientos y una superexplotación de trabajo.
La inserción de Latinoamérica en el mercado mundial contribuyó al modo de producción capitalista, basado en la plusvalía relativa para el desarrollo de las necesidades del comercio de los países industrializados. Los abusos que sufrieron los países no industrializados son motivos por el cual dichos países se han vuelto económicamente débiles. ''En efecto, a medida que el mercado mundial alcanza formas más desarrolladas, el uso de la violencia política y militar para explotar a las naciones débiles se vuelve superfluo, y la explotación internacional puede descansar progresivamente en la reproducción de relaciones económicas que perpetúan y amplifican el atraso y la debilidad de esas naciones'' (Marini, 2008, p. 120). El capitalista busca aumentar las productividades de los trabajadores, el valor de masa que se produce, con las herramientas que pueden dar una mayor explotación, aumento de la intensidad y aumento de la jornada laboral, ya sea todo por separado o en conjunto. Estos tres elementos o mecanismos identificados, sirven para configurar el modo de producción, para una mayor explotación del trabajador y no en su desarrollo de capacidad productiva.
La actividad productiva está basada en el uso y fuerza de trabajo, haciendo que la composición-valor del capital que hace que se eleven las cuotas de la plusvalía y de ganancia. ''En términos capitalistas, estos mecanismos (que además se pueden dar, y normalmente se dan, de manera combinada) significan que el trabajo se remunera por debajo de su valor, y correspondes, pues, a una superexplotación del trabajo'' (Marini, 2008, p.127). Marini dice que la esclavitud es un modo de trabajo adecuado para el capital, y no es accidental que las empresas se asentaran en este tipo de trabajo. ''En otros términos, el régimen de trabajo esclavo, salvo condiciones expepcionales del mercado de mano de obra, es incompatible con la superexplotación del trabajo'' (Marini, 2008, p. 128). América Latina se une al mercado mundial y a la economía capitalista, y así logra desarrollar su economía. Al contribuir a la acumulación capital, Latinoamérica se debió asentar mediante la acumulación en la superexplotación del trabajador. A diferencia de los países industrializados, la acumulación se basa en la productividad del trabajo, asumiendo el lugar de los productores y consumidores dentro del ciclo capital. Con todo esto, el consumo de los trabajadores representa un factor clave dentro de las demandas de producción y la circulación de bienes. Esta región está basada en la economía exportadora, los trabajadores no interfieren mucho. En esta economía, los trabajadores son solamente explotados al máximo nivel, sin que importe su reproducción. Hay dos clases de consumidores, que en el texto de Marini (lectura recomendada) esta expresado en dos ésferas, donde la baja tiene la participación de los trabajadores, y la esfera alta esta apuntando a través de una producción al comercio exterior. Con esta economía, importa el consumo de los bienes centrales para que se pueda consumir en los países periféricos.
La industria, en estos tiempos, siguió siendo una actividad en segundo plano, al lado de la producción y exportación de los bienes primarios, siendo el centro vial del proceso de acumulación. Con la economía capitalista clásica, se busca aumentar el consumo de las masas trabajadoras, transformando así los bienes para el consumo popular. El desarrollo de la acumulación se basa en el aumento de la plusvalía. ''En otros términos, crece el consumo individual de las clases no productoras, con lo que se ensancha la esfera de la circulación que les corresponde'' (Marini, 2008, p. 138). La industrialización en América Latina no crea su propia demanda, sino que se apoya en demandas previas. ''Arrancando, úes, del modo de circulación que caracterizara a la economía exportadora, la economía industrial dependiente reproduce, en forma específica, la acumulación del capital basada en la superexplotación del trabajador'' (Marini, 2008, p. 141). Para que haya capitalismo, es necesario que haya países dependientes de otros; donde la brecha entre países centrales y periféricos sigue siendo grande, por ello, la CEPAL propone la industrialización como achique a dicha brecha entre los países centrales y periféricos.
Con esta distinción de los grupos de ´países, también podemos extraer otro grupo de binomios, estos serían: importar y exportar. Las importaciones son bienes producidos en el extranjero pero que son comprados en nuestro propio país; y las exportaciones, son bienes producidos en nuestro país pero vendidos en el extranjero. Estos bienes en las economías entran en juego mediante el intercambio y el comercio.
REFLEXIONES
Busqué hacer el trabajo de una lectura más o menos amena y no tediosa, ya que los análisis económicos suelen ser densos si uno no está a fin con dicha ciencia, aún así, se entendió. Observamos como América Latina fue sufriendo muchas pérdidas económicas y de recursos naturales a lo largo de la historia. Quizás sea un ejercicio de la economía y economistas del mundo entender porqué siguen habiendo países desarrollados y subdesarrollados. La economía funciona así, la historia la relata de esta manera.
Actualmente la brecha sigue existiendo, cambian los funcionarios pero el debacle sigue vigente. América Latina tiene muy díficil la posibilidad de lograr avanzar y los países, de lograr ser centrales. Puedo recomendarles la obra de Galeano para comprender más sobre la situación, y continuar analizando muchos de los casos donde explican las crisis económicas hoy en día. Una señora me dijo un día: ''Usted sabrá que Argentina, pero principalmente América Latina es tan rica que aunque pasen los años y personas, ninguno ha logrado fundirla del todo...
BIBLIOGRAFÍA
- Beigel, Fernanda (2006). Vida, muerte y resurrección
de las ‘’teorias e la dependencia’’. En Critica
y teoría en el pensamiento social latinoamericano. Bs.As.: CLACSO
- Galeano, E. (1971). Las venas abiertas de
America Latina. Siglo XXI
Marini, R. M. (2008). Dialéctica de la
dependencia [1973]. En América Latina,
dependencia y globalización. Buenos Aires: CLACSO / Siglo del Hombre
Editores.
Prebisch, R. ([1949] 2012, enero). El desarrollo económico de la América Latina
y algunos de sus principales problemas (fragmento: puntos I, II y III).
Santiago de Chile: CEPAL
Stiglitz, John y Walsh, Carl (2008). Capítulo 3:
El comercio; Capítulo 4: La demanda, la oferta y el precio. En Microeconomía. Madrid: Arial.
Autor: Rodrigo Bestani
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