“God save the Raj”: La ocupación británica de la India.

Raj es una palabra sánscrita que significa Gobernar, y ella representa a la perfección la conquista británica del subcontinente indio, donde dejó un poderoso legado.

Éste era el corazón del vasto imperio británico, que en su momento llegó a extenderse y ocupar dos terceras partes del territorio global, y su flujo sanguíneo era el comercio.

Tras su inicio, a mediados del siglo XVIII, su dominio imperial de casi dos siglos se prolongó hasta 1947, cuando la India consiguió su independencia y Pakistán proclamó su condición de Estado.

Pero es a finales del siglo XIX, cuando Gran Bretaña logra imponerse como potencia hegemónica mundial durante el reinado de la reina Victoria y su consorte el príncipe Alberto, que el British Raj alcanza su máximo apogeo.

¿Cuáles fueron las estrategias y mecanismos puestos en marcha para establecer el Estado colonial en la India? ¿por qué la India tuvo un lugar central en el desarrollo del Imperio Británico? ¿qué otros países formaron parte de esta expansión? Éstas son algunas de las interrogantes que se van a intentar develar en el transcurso de este informe.

Mapa del imperio británico en 1897. Las franjas remarcadas en color rosa reflejan aquellos territorios que se encontraban bajo dominio británico en esa época. Fuente: www.britishempire.co.uk


El Estado colonial en la India

Ahora bien, el Estado colonial en la India se puso en funcionamiento luego de la abolición de los poderes de la Compañía Británica de las Indias Orientales tras la rebelión de los cipayos1 de 1857. Más de un año demoraron los británicos en controlar este motín que se inició en el mes de mayo y se expandió de oeste a este en el norte del subcontinente indio. La chispa de la rebelión se encendió en uno de los regimientos del ejército que había sido reclutado por la compañía y que había servido a los británicos para completar la conquista del territorio, integrado mayoritariamente por soldados locales.

1 Palabra en lengua urdu derivada del persa con la que se identificaban a los soldados indios que formaban parte del ejército británico.

Soldados cipayos con un oficial inglés.


El acontecimiento que tradicionalmente se ha esgrimido como el que llevó al estallido del motín es la obligación establecida por parte de los oficiales ingleses de usar cartuchos lubricados con grasa de vaca y de cerdo, los cuales debían ser abiertos con los dientes, violentando así las pautas de consumo religiosas de la mayor parte de los soldados, que eran hindúes o musulmanes1. Esta explicación, que podría considerarse anecdótica, en realidad resulta útil para entender algunas de las principales críticas que los representantes del gobierno británico esbozaron para explicar por qué había fracasado la administración de la compañía y desembocado en una rebelión militar. La conclusión a la que llegaron fue que estos administradores habían ignorado y avasallado las creencias y las costumbres locales.

1Para las personas que profesan el hinduismo es anatema matar vacas. En cambio, para los musulmanes tener contacto con el cerdo es un tabú, debido a que es considerado un animal impuro.

El desmantelamiento del poder de la compañía se justificó al señalarse que no había sabido calibrar debidamente la opinión pública de la India. Por eso las nuevas autoridades británicas consideraron que el poder debía ser reconstruido dando importancia a las costumbres y las tradiciones relacionadas con la religión, como así también tratando con mayor consideración a los gobernados. Igualmente se reprochó a los representantes de la compañía la falta de relación o de enlace entre los funcionarios europeos y los indios de todas las clases sociales.

Mapa del Imperio Británico de la India, procedente del Imperial Gazetteer of India (1909). Las regiones marcadas en amarillo corresponden a los Estados Principescos, las restantes en rosa son aquellas bajo administración británica directa. Fuente: Oxford University Press.



La construcción del Estado colonial de la India tuvo en cuenta estas críticas, aunque el alcance de los cambios fue bastante limitado. Se otorgó a unos pocos indios acomodados la posibilidad de integrar el consejo legislativo y de sumarse como funcionarios en el Civil Service1.

Por otra parte, el gobierno quedó configurado de manera tal que en la India coexistieron la administración directa y los gobiernos tradicionales como parte de una misma unidad política. Mientras que la India británica, integrada por unas cuatrocientas provincias, fue gobernada en forma directa por autoridades metropolitanas, en el resto del subcontinente se desplegaron más de quinientos Estados principescos, declarados autónomos.

1 Se denomina de esta forma al cuerpo de burócratas que integra el gobierno

Sin embargo, la verdad era que esos estados no gozaban de ninguna independencia política real, ya que la Gran Bretaña seguía ejerciendo sobre ellos un poder de soberanía total. Todo era parte de una estrategia en la cual se pretendía otorgar la apariencia de una mayor preponderancia a los intereses de los príncipes locales, con el objetivo de impedir futuros disgustos, pero que en la práctica disfrazaba el sentido real del dominio que, en este caso, seguía siendo desempeñado por los británicos a través de la figura del Residente1 en cada provincia. Por ende, era un control de tipo indirecto. Entonces, al conservarse la forma de gobierno y la autoridad de los príncipes en estos Estados, el gobierno británico lo que intentaba mostrar, en apariencia, era el respeto por las costumbres y la autonomía local.

1El Residente era un funcionario leal a la corona que se encargaba de salvaguardar los intereses británicos en cada Estado Principesco y, a la vez, cumplía el rol de intermediario en las disputas que se pudiesen.

La organización de éste nuevo aparato estatal, en cuya cabeza se encontraba ahora el virrey (o gobernador general), seguido de un consejo ejecutivo y un secretario de estado, se terminó de consolidar finalmente en 1877, cuando la reina Victoria fue nombrada emperatriz de la India.

El virrey británico de la India junto a príncipes locales


Sin perjuicio de la contemplación de las costumbres y las prácticas religiosas de los indios, el dominio británico estuvo lejos de debilitarse. Por el contrario, se fortaleció el control y se constituyó el territorio en una unidad administrativa fuertemente centralizada. Paradójicamente, esta centralización va a ser el germen de la idea de una nación unificada desde la que se desarrollará, más adelante, la lucha por la independencia.


La explotación colonial en la India


Dentro del marco de la expansión colonialista puesta en marcha por las potencias mundiales, la India constituye un ejemplo temprano y significativo de un tipo de acción particular desplegada en contra de la producción manufacturera local debido a la importancia de este territorio como futuro proveedor de materias primas para la industria del Reino Unido. Las primeras factorías británicas en el subcontinente indio se establecieron a comienzos del siglo XVII y fue a través de la Compañía de las Indias Orientales que se consolidaron los intereses de Gran Bretaña.

La industria textil india, consolidada hacía siglos, fue gradualmente desarticulada, mientras que el algodón allí cultivado se convirtió en materia prima para los textiles británicos que empezaron a importarse y a inundar el territorio. La tierra se transformó en un factor de producción sometido a la lógica de la propiedad privada por lo cual los campesinos debieron comenzar a pagar tributo sobre ella, haciéndose caso omiso de si contaban o no con una producción que les otorgara los recursos para abonar dichos impuestos. Así sintetiza Karl Marx el avance sobre la economía tradicional: “El invasor británico acabó con el telar de mano indio y destrozó el torno de hilar. Inglaterra comenzó por desalojar los mercados europeos a los tejidos de algodón de la India; después llevó el hilo torzal a la India y terminó por invadir la patria del algodón con tejidos de algodón”.

Otra de las medidas que adoptaron los británicos (además de adueñarse de los recursos y la mano de obra autóctona), y que fue fundamental -ya que tuvo consecuencias nefastas en la economía local-, fue la quita de los aranceles aduaneros a las mercancías inglesas que entraban a la India y que eran, precisamente, textiles manufacturados.

Cabe señalar que es a partir del estallido de la revolución industrial y el posterior despliegue masivo de factorías en Inglaterra (que aceleraron la producción textil y manufacturera) que ésta usurpa el lugar que antes ocupaba la India como mayor fabricante global, provocando el derrumbe de su principal fuente de ingresos, debido a que las copiosas importaciones de textiles ingleses (que se vendían mucho más barato) fue lo que terminó por socavar la fabricación artesanal nativa, obligando a miles de personas a migrar a otras zonas o a especializarse en otra función que obedezca las nuevas demandas de materias primas. Así fue como la “desindustrialización y ruralización de la India”1 comenzó a gestarse.

1 Marks Robert, “la brecha” en Los orígenes del mundo moderno: una nueva visión, Barcelona, Crítica, 2007, p. 191.

De todos modos, el gobierno colonial propiamente dicho se instaló en 1858, tras la disolución de la compañía que había logrado dislocar las estructuras sociales y productivas preexistentes y expandir el poder británico con el ejército de los cipayos, reclutado localmente.

La historiadora francesa Marie Fourcade observa que la actitud del Raj británico en realidad no modificó la ya opresiva situación; por el contrario, asumió una actitud verdaderamente “cínica” al gobernar y enriquecerse sin tomar ninguna medida frente a las hambrunas y las muertes que la desestructuración de la economía y las relaciones sociales tradicionales provocaron a posteriori.

Población afectada por la hambruna de 1876-1878, la cual dejó un saldo de 4 millones de muertos en el sur de la India.


La economía colonial en India es descripta por el historiador francés especializado en la historia de la India moderna Jacques Pouchepadass como un sistema desarticulado en el cual coexistían la agricultura tradicional y un sector moderno de tipo capitalista en manos de hombres de negocios ingleses y escoceses que gozaban del monopolio empresarial y que eran los únicos beneficiarios del crédito bancario. De todos modos, sin perjuicio de esta descripción general, el autor también destaca una cuestión que resulta insoslayable dentro del marco del colonialismo: a pesar de los privilegios de los cuales gozaba el colonizador, dentro del régimen pudieron surgir a futuro empresarios de origen indio.

En resumen: a pesar de la dominación ejercida por los colonizadores, es impensable que la economía funcionara sin la intervención de actores locales en un contexto en el cual el porcentaje de habitantes europeos resultaba muy limitado, mientras que también lo era el conocimiento que estos tenían acerca de la realidad local. De todos modos, sin perjuicio del surgimiento de una élite autóctona, la inequidad y la dominación subsistirán y derivarán en el descontento de los colonizados, lo que se traducirá sobre todo en las campañas swadeshi1. Esto significa que, a pesar de la fortaleza que ostentó el Estado colonial, fue en el seno del Raj que se organizó la lucha contra la destrucción de la producción autóctona y el bloqueo de la economía local que había provocado el colonizador.

1El movimiento Swadeshi fue una campaña iniciada a principios del siglo XX en la India y que abogaba por el boicot a las manufacturas de producción inglesa, impidiendo su consumo por parte de los mismos indios en señal de desacuerdo con el dominio colonial y, a la vez, fomentaba la autosuficiencia a partir del consumo de los productos artesanales de origen nativo.


EL SIGLO XIX: Contexto mundial.


Hasta el momento, en lo que va de este breve articulo, se abordó un tema muy relevante acaecido en el siglo XIX: el avance imperialista en la India. Pero para comprender mejor ese proceso (que se inscribe dentro de otro mucho mayor), primero hay que ubicarse en las transformaciones sociales, económicas y políticas de fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, que son el contexto global necesario para entender mejor este acontecimiento.

Es sabido que el gran historiador británico Eric Hobsbawm habló del “largo siglo XIX”, ya que situó su inicio no por la cruda cronología - o sea, por considerar que empezó en el año 1800 y terminó en el año 1900 - sino que fijó su comienzo en las últimas décadas del siglo XVIII, debido a la revolución industrial y a la revolución francesa, y su final en 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial y tuvo como escenario principal a Europa.

En cambio, Robert Marks afirmará que el mundo entre los siglos XVI y XVIII era pluricéntrico: es decir, no había una región que fuera especialmente destacada sobre las otras. Pero con la llegada del siglo XIX se vivieron innumerables y enormes transformaciones, que irían desplazando gradualmente el centro a Europa únicamente.

Por lo tanto, lo que signa la historia del siglo XIX es este proceso por el cual el mundo se dividió entre países desarrollados e industrializados y países subdesarrollados.

Hay que tener en cuenta, además, que las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX fueron turbulentas en Europa. Debido a las ofensivas de las monarquías europeas contra la Francia revolucionaria y la napoleónica, con breves periodos de paz, las guerras se extendieron entre 1792 y 1815. Este clima bélico excedió a Europa y el campo de batalla se extendió a distintas partes del mundo, como por ejemplo, América y África.

Otro factor importante a tener en cuenta es que en el siglo XIX se produce un aumento creciente del uso de armas por parte de los europeos hacia otros pueblos. En parte debido a los cambios en los armamentos europeos – se van a inventar los fusiles de repetición - y en parte por cuestiones políticas, el siglo XIX es el tiempo del uso de la violencia directa para la conquista, que va a ser el preludio de la colonización. El caso de la India nos sirve a la perfección para ejemplificar ésta situación: Allí, en sus comienzos (a mediados del siglo XVII), los británicos establecieron relaciones comerciales de igual a igual con los mercaderes indios, pero con el tiempo ese equilibrio se fue transformando en una competencia, y por último devino en una relación de subordinación por parte de los habitantes del subcontinente hacia las autoridades extranjeras.


La expansión imperialista


A ningún observador de la segunda mitad del siglo XIX se le escapaba que las relaciones de Europa con el resto del mundo estaban cambiando drásticamente ya que se estaba construyendo un orden mundial jerárquico con los países industriales -y Gran Bretaña en particular- en la cima.

Una manifestación de estos cambios era la conformación de imperios coloniales mediante la conquista de territorios en Asia y África, regiones con las que los europeos tenían una larga tradición de relaciones comerciales pero que esa relación, basada hasta entonces en el respeto a las soberanías locales, se transformó en una relación de dominación colonial.

Esta transformación se vuelve evidente cuando comparamos un planisferio político de comienzos del siglo XIX y otro de un siglo más tarde.

Ya en esa época había un consenso en la asociación entre desarrollo industrial y expansión colonial, aunque queda claro que la primera es una condición necesaria pero no suficiente para la segunda, ya que el primer momento de la revolución industrial (a fines del siglo XVIII) no fue acompañado por la expansión colonial a nivel global, e incluso en el momento en que ésta se produjo no alcanzó a todas las sociedades no industrializadas (por ejemplo, las de América latina).

Y si bien para la mayoría de los analistas la expansión colonial aparecía como una continuación casi natural y necesaria del desarrollo industrial, a comienzos del siglo XX Lenin1 introdujo en este análisis una variable novedosa: una transformación de las lógicas de funcionamiento del sistema capitalista.

1 Lenin (Vladimir Ilich Uliánov) fue un intelectual y político ruso (1870-1924) líder de la fracción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso que tomó el poder en noviembre de 1917 en el contexto de la Revolución Rusa y máximo dirigente de la Rusia soviética. Su obra El imperialismo: fase superior del capitalismo se inscribe en el contexto de las discusiones con los intelectuales marxistas de la II Internacional y el apoyo de la mayoría de los partidos socialistas a la guerra.

                                                                            Mapa político del mundo en 1914.

Escrito durante la coyuntura particular de la Primera Guerra Mundial. El imperialismo: fase superior del capitalismo tenía por objetivo demostrar que ese conflicto era una consecuencia de los cambios que había sufrido el capitalismo desde la crisis de 1873. Allí plantea la hipótesis de una transformación radical del capitalismo, en el que como resultado de un proceso de concentración y centralización del capital se consolida el predominio del capital financiero por sobre el capital industrial, dando origen a los cárteles, trust o monopolios.

Siguiendo este razonamiento, el predominio de los monopolios impide el pleno funcionamiento del libre mercado y, como consecuencia, genera una acumulación de capital en los países industrializados que -al no invertirse en las metrópolis- tiene que colocarse en nuevos mercados para garantizar su reproducción. Esta mutación para Lenin es fundamental y es la que marca la transición del capitalismo de libre competencia al capitalismo monopólico o imperialismo.

Para Lenin, entonces, el imperialismo no implica necesariamente la dominación política sino el control de los sectores más dinámicos de una economía integrada al sistema capitalista por parte del capital monopólico, y es lo que lo lleva a pensar en términos equivalentes la situación de la Argentina y de la India, ya que a pesar de que el primero es un país independiente y el segundo una colonia, la economía de exportación en ambos casos está controlada por el capital británico.

La lucha entre los diferentes monopolios de los países industrializados por asegurarse el control de los mercados -tanto para garantizarse la provisión de materias primas como para colocar allí la producción industrial y los excedentes de capital- se fue acelerando a partir de la década de 1880 y es lo que para él explica el avance colonial europeo sobre África y Asia. Si bien esta hipótesis puede constatarse claramente para la India, en la mayoría de los territorios africanos la exportación de capitales se dio en forma muy reducida ya que en la gran mayoría de los casos, la infraestructura que hizo posible la transformación de las economías coloniales se realizó con trabajo forzado o fue financiada por las propias sociedades colonizadas.

Todas éstas causas explicarían entonces la carrera por la expansión colonial y, en un periodo de más de 30 años, serían el desencadenante de la primera guerra mundial o, en palabras de Lenin, “la primer guerra imperialista mundial”.


Recomendaciones:

Aquellxs intersadxs que quieran profundizar más acerca del tema (aparte de leer los libros mencionados en la bibliografía) les recomiendo ver los documentales “El imperio británico a color” de tres capítulos, y “El ascenso y la caída del Raj Británico. Imperialismo y colonialismo”; además de las películas (disponibles en Netflix) Lagaan: érase una vez en la India, Gandhi, El último virrey y Victoria y Abdul.


Fuentes:

www.britishempire.co.uk

Oxford university press


Bibliografía:

Pouchepadass Jacques, La India del siglo XX, México, Fondo de cultura económica, 1976.


Spear Percival, “El apogeo imperial”, en Historia de la India II, México, Fondo de cultura económica, 2001.


Schama Samuel, “El imperio de las buenas intenciones: los dividendos”, en Auge y caída del imperio británico. 1776-2000, Barcelona, Crítica, 2004.


Marks Robert, “La brecha”, en Los orígenes del mundo moderno. Una nueva visión, Barcelona, Crítica, 2007.


Wolf Eric, “El comercio y la conquista en el Oriente”, en Europa y la gente sin historia, México, Fondo de cultura económica, 1987.


Panikkar, “India y las Indias”, en Asia y la dominación occidental. Un examen de la historia de Asia desde la llegada de Vasco da Gama (1498-1945), Buenos Aires, Eudeba, 1966.


Lenin Vladimir, El imperialismo: fase superior del capitalismo, Moscú, Progreso, 1979.


Marx Karl, El Capital, México, Siglo XXI, 2003.


Autor:

Aranda, José Javier.

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Filosofía y Letras

Carrera de Historia

Buenos Aires, julio de 2020. 







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